La mente consciente es la que está continuamente alerta, la que nos permite recordar fechas y nombres de personas, por ejemplo. Y la mente inconsciente es aquella que activa todas las conductas, creencias, valores etc. que hemos aprendido y que configuran nuestra forma de actuar. No siempre está accesible conscientemente. Y, por ejemplo, es la que nos permite conducir, escribir un correo electrónico o abrir una ventana.
Para que nuestra mente inconsciente pueda “dibujar” un nuevo mapa tiene que actuar con un objetivo claro que responda a la pregunta ¿qué queremos? Y lo complicado es precisamente eso, que en muchas ocasiones no sabemos lo que queremos. Por lo tanto, no sabemos definir nuestro objetivo.
Para ello tenemos que pensar en algo que realmente haga cambiar nuestra conducta habitual ante una situación, algo que sea aparentemente imposible.
“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” (Albert Einstein)
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