“Sólo cuando subes un escalón puedes darte cuenta de cuanta agua había a tu alrededor, antes no existe ni cantidad ni profundidad posible de ver…”
El orden empieza en tu mente. Si tu mente no tiene estructura no puedes materializar algo que no existe dentro de ti, es por eso que su carencia da como resultado: “el desorden”.
¿Pero, cómo adquiero este buen hábito? ¿Cómo empiezo?
Empecemos por la parte lógica y práctica: Enlista los beneficios de ser ordenado, trae a tu mente que personas reconoces como “ordenadas” ¿qué suelen hacer que no haces tú? ¿en qué te ayudaría ser ordenado? ¿qué consecuencias y precio haz pagado por ser desordenado? ¿tiene sentido integrar ese hábito a tu vida o todavía no te quieres hacer responsable?
Ahora trabajemos con la parte emocional: ¿Qué te hace sentir el desorden?¿A cuántas personas más vas a seguir afectando por ser desordenado? ¿Hasta cuándo quieres continuar así?
El permitirte mantener una mente desordenada te obstruirá tu creatividad y la calidad de tus decisiones, ya que al tener tu mente dispersa en muchas cosas y ninguna a la vez, eso no facilita que generes una visión positiva ni resultados óptimos en ninguna área.
Una forma de distinguir el nivel de desorden que tienes es:
NIVEL 1
DESORDEN TEMPORAL. Desordenas y ordenas continuamente como un ciclo relacionado a tu estrés.
NIVEL 2
DESORDEN DE LARGOS PERIODOS DE TIEMPO. Desordenas y permanece así durante una etapa conflictiva en tu vida y dependiendo de que la superes podrás regresar al orden.
NIVEL 3
DESORDEN “CRÓNICO”. Vives en un constante desorden, no sabes como empezó, no sabes como evitarlo, son muy cortos los periodos de orden y es por ayuda externa.
SOLUCIONES
Para el nivel 1 y 2 requieres de un manejo diferente del estrés y de los conflictos personales y profesionales, el esfuerzo debe enfocarse a integrar disciplina e inteligencia emocional. La meditación te permitirá interiorizar el motivo y una reacción productiva ante el estrés para crear decisiones basadas en consciencia.
Para el nivel 3 requieres primero trabajar en eliminar el sistema de creencias que está reforzando una conducta autodestructiva, por lo que, la inteligencia emocional carece de importancia, por lo tanto, es imprescindible implementar una serie más elaborada para crear una autoimagen saludable y a través de la autodisciplina; así como tener en mente una estrategia a largo plazo a diferencia de los niveles 1 y 2 en que el ambiente externo ha generado conductas temporales nocivas, pero más fáciles de trabajar y de ver resultados.
Nuestro sistema de creencias es el que generó hábitos en nosotros a una corta edad, al tal grado que consideramos que “así somos” pero es solo resultado de lo que hemos visto en nuestro núcleo familiar, amigos y pareja. “Eso que vemos y vivimos” y creemos que es lo que TODOS experimentan en la vida. Entonces te puedes dar cuenta que “eres como tus papás” o bien “no te pareces nada a ellos” según tu personalidad o tu carácter, algo que decidiste consciente o inconscientemente hace mucho tiempo.
Cuando tu personalidad es “maleable” quieres imitarlos, cuando tienes una personalidad “rebelde” quieres ir en contra, cuando no recibiste lo que deseabas entonces desarrollarás una personalidad que busque la “aprobación” pero, sólo a través del entendimiento no tendrás que vivir en ningún extremo: no buscas agradar, no buscas agredir o competir con nadie, encuentras tu ser y tu esencia en equilibrio: no hay nada que exhibir o demostrar a nadie más que tu propio propósito de vida, el que te hace feliz todos los días.
“Sólo cuando subes un escalón puedes darte cuenta de cuanta agua había a tu alrededor, antes no existe ni cantidad ni profundidad posible de ver…”
Colaboración especial como Columnista en la sección de Capital Humano gracias a Mario Hernández de la Agencia bajo su mismo nombre y con página web: www.agenciamariohernandez.com, Ex colaborador de negocios en las revistas Expansión, Entrepreneur y Forbes Centroamérica. Reportero económico en los periódicos El Economista y Capital de México
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